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El riego y su gran importancia en el cultivo. -

El riego y su gran importancia en el cultivo.

Si existe algún factor determinante como pocos a la hora de incidir directamente sobre las plantas, su desarrollo y producción, es sin duda, el riego. De hecho, nosotros lo consideramos el proceso más determinante a la hora conseguir ejemplares sanos y con una producción de calidad.

Desde la germinación de la semilla y hasta el final de la vida de la planta el riego estará siempre presente.

“El error más común entre todos los jardineros nóveles es el exceso de riego.”

¿Porqué es tan importante el riego?

Para entender porqué es tan importante el riego en el desarrollo y posterior fructificación de nuestras matas, debemos entender la importancia que tienen las raíces en dicho proceso.

Las raíces de la planta son la única parte de ella que no vemos a simple vista. Podemos observar las hojas, tallos y flores, y de esta observación obtendremos información valiosísima sobre el estado general de la planta y su evolución.

Pero son las raíces el auténtico motor (junto con las hojas en su función fotosintética) de las plantas y tener un control sobre la salud de las mismas empieza con un buen programa de riegos. Es decir, el riego afecta directamente a las raíces y éstas al crecimiento, floración y salud  de la planta.

Muchas enfermedades fúngicas comienzan en riegos mal aplicados.

¿Cual es la función del riego?

Parece una pregunta bastante evidente, el riego le aporta el agua necesaria a la planta para hidratarse y seguir viviendo. Así es, pero además el riego tiene otra función también igual de importante que es la de limpiar los excesos que han ido acumulándose durante riegos anteriores como cloro, cal, impurezas del agua o restos de los fertilizantes y estimuladores que no han podido ser absorbidos por la planta.

Por esta razón los riegos deben hacerse poco a poco, empapando bien todo el sustrato y obligando a dichas impurezas a ser arrastradas fuera de la maceta. Nunca debemos poner un recipiente debajo de la maceta, pues estas impurezas y restos que acabarán acumulándose y formando sales tóxicas que bloquearán la planta, volverán a ser reabsorbidos por el sustrato.

¿Cuándo debemos regar?

Y he aquí la cuestión principal del tema que tratamos, la frecuencia y la cantidad.

Para entender mejor esta cuestión imaginemos a la maceta y el sustrato  como un “pulmón” (salvando las distancias) que además de hidratar la planta, oxigenará las raíces en un ciclo que debe ser continuo de humedad/sequedad.

Con cada riego todo el oxígeno que hay en el sustrato será desplazado fuera de la maceta debido a la entrada del agua, el peso y apelmazamiento del sustrato (de ahí la importancia de un sustrato con buen drenaje). A medida que éste (el sustrato) se va secando el oxígeno vuelve a introducirse en él ventilando y oxigenando las raíces en un proceso vital para evitar que se pudran o atrofien. Es un proceso de expansión y contracción del sustrato.

“Muchos días de humedad atrofiará las raíces y muchos días de sequedad evitará un correcto desarrollo”.

Así pues, después de un riego deberemos esperar unos días hasta volver a regar de nuevo. La cantidad de días entre riego y riego vendrá marcado por el volumen de la maceta, el tamaño y edad de la planta y las condiciones climáticas, sobre todo de temperatura. No será lo mismo regar una maceta de 1 litro con una planta de 20 días, que esa misma planta con 20 días en una maceta de 35 litros. Ni será lo mismo regar una planta en Marzo que la misma planta en Julio.

¿Cuánto regar?

La cantidad de agua necesaria para realizar un buen riego también variará dependiendo de factores como los antes mencionados: volumen de los tiestos/macetas, tamaño y edad de la planta, momento del año en el que nos encontremos.

“No debemos regar de forma programada, las plantas no son robots”.

A media que la planta crece y se desarrollan las raíces, así como a medida que nos vamos acercando al verano, regaremos más a menudo y con más cantidad.

Paso a paso para realizar un buen riego:

  • Riega siempre con una regadera.
  • Vamos a regar poco a poco, nada de volcar el contenido de la regadera de golpe.
  • A modo de pequeños “tragos” iremos añadiendo más agua alrededor de la planta, sin mojarla.
  • No hay que tener prisa. El agua debe ir hidratando el sustrato y poco a poco asentándose y distribuyéndose por toda la maceta.
  • Sigue añadiendo agua hasta que ésta salga por los agujeros de drenaje de la maceta.
  • Cuando el agua salga por la base de la maceta será el momento de parar.

Así pues, no hay una cantidad de agua ni mínima ni máxima recomendadas. Será variable y solo mediante la experiencia y siguiendo las pautas marcadas anteriormente tendremos la certeza de que hemos regado correctamente.

Problemas más comunes debidos al exceso de riego:

Muchos jardineros nóveles y no tanto han tenido problemas con sus plantas debido a los riegos. Éstos son algunos de los síntomas que nos advierten que estamos regando demasiado:

  • La tierra tarda muchísimo en secarse y al levantar al peso las macetas, pesan mucho.
  • Las plantas crecen muy poco a poco o incluso su crecimiento se detiene.
  • Plantas mal desarrolladas, espigadas y débiles.
  • El sustrato está siempre mojado (que no húmedo).
  • Si el problema es persistente la planta amarilleará debido a su incapacidad para poder asimilar el agua y los nutrientes. Las raíces ya estarán afectadas.
  • Plántulas jóvenes preferiblemente o semillas recién germinadas mueren por algún ataque fúngico como el Fusarium.
  • Todas las plantas están secas y listas para el siguiente riego excepto algunos ejemplares que siguen muy mojados. Estos ejemplares tienen problemas de desarrollo radicular debido al exceso de agua.

En definitiva nos encontramos ante un problema que se soluciona con práctica y sobre todo con experiencia. A medida que vayamos adquiriendo experiencia el riego se convertirá en algo sencillo y rutinario y con solo ver el estado de una maceta sabremos si hay que regar o no.

Una vez controlado este aspecto del cultivo, tendremos prácticamente asegurada una buena cosecha y seremos capaces de cultivar en interior y exterior sin problemas y obteniendo todo el potencial que una genética está dispuesta a ofrecernos.

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